LITERALIA

ARTÍCULOS DE OPINIÓN

viernes, 3 de junio de 2016

LA DEFENSA TWINKIE

Hola, mentecillas inquietas: 

  Ayer teníamos que soportar que una concejal del PP de l'Olleria (Valencia) dijese en el pleno que los homosexuales tenemos las hormonas trastocadas. Y lo dijo en mitad de una petición de respeto hacia el colectivo LGTBI en el marco de una moción ante agresiones presentada por Compromís. Ésta señora creía que así nos estaba defendiendo... NO ME QUIERAS TANTO. En estos días también vemos horrorizadas cómo en Ucrania las organizaciones neonazis amparadas por un sector de quienes actualmente ostentan el poder amenazan a las entidades LGTBI con un "baño de sangre" si siguen adelante con la convocatoria del Orgullo de Kiev. Estos machitos están amparados también por la iglesia ortodoxa de Ucrania. 

 La connivencia de los poderes religiosos y los nazis es antigua y conocida. Aquí tenemos a los arzobispos de Valencia y Alcalá de Henares soltando basura por la boca día sí y día también. El de Valencia (Antonio Cañizares) ha animado hace muy poco a desobedecer las legislaciones que promuevan lo que llama "ideología de género", que no son otra cosa que medidas para la igualdad. Por su parte las paridas del obispo de Alcalá de Henares (Juan Antonio Reig Plá) son constantes, mediáticas y bien conocidas; como cuando ha relacionado constantemente homosexualidad y pederastia, cuando la relación más documentada con la pederastia es la de ésta con la iglesia católica. Ellos son los que tienen la culpa de que sólo en Madrid llevemos cerca de 80 agresiones LGTBIfóbicas en lo que va de año 2016. Así, sin paliativos ni paños calientes. Son responsables de la violencia hacia el colectivo. Culpables y penalmente condenables.

   Desde el colectivo LGTBI no podemos cansarnos de señalar públicamente que los avances que se han conseguido en las últimas décadas, relacionados mayoritariamente con el sometimiento al capitalismo y la utilización de éste sistema económico de nuestra orientación sexual para sacar rédito económico y tenernos atadas y bien atadas, no pueden llevar a la falsa sensación de que la lucha ha acabado y hemos ganado. No es verdad. Por culpa de la iglesia católica, la derecha política y los sectores reaccionarios de la sociedad tenemos que seguir soportando agresiones, físicas, psicológicas y sociales desde diferentes frentes, a veces sin saber muy bien por dónde nos llueven las hostias. 

  No seré yo quien vaya contra la libertad de expresión, pero si ellos tienen libertad para atacarnos desde sus púlpitos nosotras la tenemos para responder. Ni una agresión sin respuesta. Porque cada vez que un religioso dice que estamos corrompiendo menores, que una concejala dice que andamos trastocadas, que un grupo de imbéciles amenaza con cercenar nuestra visibilidad a golpe de "baño de sangre" tenemos que reaccionar. 

 Y no sería la primera vez que nuestra reacción se equipara al nivel de los opresores. Pudimos verlo en los disturbios de Stonewall en Nueva York en 1969 o la noche blanca de San Francisco en 1979 tras el jucio al asesino de Harvey Milk. 

 Detengámonos un poco en éste caso. Un ex supervisor del ayuntamiento de San Francisco (cargo electo equiparable a un concejal) se cargó a tiros al alcalde Moscone y al supervisor Harvey Milk, y no era ningún secreto que Dan White (el asesino) era conservador y le molestaba el estilo de vida abierto y progresista de Milk y el hecho de que hiciera bandera de su orientación sexual y fuese el referente institucional de las disidentes sexuales y de género en California. Finalmente el incidente se saldó con un juicio absurdo en el que la justicia brilló por su ausencia y en que Dan White fue condenado a siete años de los cuales sólo cumplió cinco. La razón fue, según su defensa, que al no haber podido recuperar el cargo de supervisor y echar la culpa a Milk, había pasado la noche anterior comiendo demasiados twinkies (pastelitos). Esto fue difundido por la prensa como la defensa twinkie y desencadenó una ola de disturbios violentos en San Francisco por parte de activistas LGTBI enfurecidos que respondieron a la pregunta de un periodista sobre por qué lo hacían "simplemente diga que comimos demasiados twinkies"

  Cuando nos hartemos lo suficiente como para que el miedo cambie de bando quizá debamos justificarnos con lo trastocadas que tenemos las hormonas. Pero una vez más será otra victoria. Hasta la victoria siempre.

 Salu2

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