Usas
armas de destrucción masiva
que me
desarman en tus dominios indiscutibles:
lengua
de trapo, cabello de ángel
y una
arrolladora ternura salvaje.
Cualquier
antropólogo debería estudiarte.
Gobiernas
los ciclos de juegos nublados,
abates
jirafas, leones, venados.
Te
escondes en lugares desorientados
sabiendo
que sin buscar ya te he encontrado.
Cualquier
actor debería encarnarte.
Aceptas
mi estéril convención
de
encontrar nubes y estrellas
en el
techo de tu salón.
Tu
condescendencia es harto admirable.
Cualquier
resistencia sería censurable.
Cualquiera
en el mundo debería cuidarte.
Cualquiera
con alma debería observarte.
Defiendes
tu tesis de sombras palpables
y en
medio del caos sabes sujetarme.
No hay comentarios:
Publicar un comentario