Tengo el convencimiento de que no puede uno pasar por el mundo como el que pasa por un corredor, sin mirar nada, sin implicarse, al menos sin opinar. Este mundo es también mío y me voy a comer mi parte... y mientras os cuento qué tal me sabe.
Por la culpa,
por la culpa,
por la gran culpa.
Sin posesivos.
Ni la tuya ni la mía.
La culpa, nada más.
Que si no es de nadie,
se acabará yendo
a buscar otra dueña.
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