Coloso,
sin medir treinta y dos metros
ni apoyar cada pie a los lados de la entrada del puerto de Rodas.
Pero soportando el peso de une misme,
que ya es.
Y vivir, que ya pesa.
Soportar las esquinas de la vida y con mucho gusto,
que no es poco.
El peso, el gusto y el coloso, que por eso se diferencia de goloso sólo en un fonema,
es nuestro.
En llamas, o no.
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